Extraño mis sábados pero sobre todo extraño las tardes continuas, la rutina que nunca nos separó, el lujo diario de tocar el amor con las manos, jugar con él y sonreírle entre lágrimas. Nunca ampute esas manos, se desprendieron como piel escamada, tengo la esperanza en que solo el calor del sol puede devolverle el color, pero se necesita mas que exponerse.
Solo puedo frotar mis manos y pretender que el calor sigue ahí, y lo está. Espero volver al sol inminente de luna indiferente.
Empecé a dejarlo de lado?. Pensando nunca escapar de mis días, que nunca podría caerse e irse con el viento, por el cielo...
Encontré cierta adicción que terminó por consumirme a mi, y en esa ambigüedad nadie sabe quién es el antídoto, si realmente la dosis fue necesaria. Cuando la droga es mas débil que el adicto.
Vicios, de quienes nadie escapa.
Voces en esta habitación de curiosa mirada blanca.
14 de julio del 2015